Las mujeres debemos ir con cuidado. No nos quieren poderosas y, mucho menos, unidas. Es así como los invisibles hilos del poder tiran de las marionetas que no cesan de debilitarnos. Nos sentimos solas, nuestra autoestima anda por los suelos, nunca alcanzamos a lo largo del día todo lo que nos habíamos planteado hacer. No nos sentimos suficientemente buenas (añádenle: amantes, madres, amas de casa, trabajadoras, etc.) y encima, en vez de escuchar nuestra profunda voz interior, llena de la sabiduría femenina de hace siglos, nos volvemos esclavas de las opiniones de los demás. Andamos todo el día comparándonos con otras mujeres (reales o photoshopeadas) en vez de reconocer y admirar la singularidad y belleza única de cada persona.