martes, 14 de enero de 2014

Los Tres Estilos de Danza Oriental 'Cabaret': De Egipto, Líbano y Turquía. por Devorah Korek



Texto extraído de Sarabi

Hace poco tiempo estuve en una boda en el Cairo donde tuve la oportunidad de observar algo casi insólito: una conocida bailarina turca actuaba con un grupo de músicos egipcios. Al terminar su show, el público, egipcio en su gran mayoría, aplaudió con cortesía, pero faltaba esa reacción de locura tan típica que suele acompañar la demanda para el inevitable bis… ¿El problema? Pues… los egipcios dirían que ella bailaba bien, pero que le faltaba el duende egipcio, esa cosa efímera pero imprescindible. Y eso, a pesar de seguir ‘correctamente’ los ritmos y las canciones de los músicos. Escuché varios comentarios de parte de los invitados que lo dejaron claro. Para ellos, no había comparación: sus compatriotas lo hacen ‘mejor’, son las más ‘auténticas’, etc.



Como apasionada de la danza del vientre y extranjera que había actuado en Egipto, aquel comentario, me hizo preguntarme “¿qué habrán dicho de mí una vez había vuelto al camerino?”.
Aquella velada me motivó a compartir con los lectores de Atmósfera Oriental algo que he notado a lo largo de mi carrera: La danza oriental es muy distinta según los países – no solamente los movimientos y los trajes, sino también la música, el duende, la estructura del show – todo!
Lo he comprobado viajando a los países que promueven la danza, hablando con otras profesionales, asistiendo a los espectáculos, y mirando vídeos de las famosas, tratando de entender el ‘duende’, seguramente la cualidad más difícil de adquirir para una alumna.

Hay tres países donde destacan más las diferencias: Egipto, Líbano y Turquía. Ahora bien, con toda la mezcla de hoy en día, las líneas que marcan cuál es un estilo u otro empiezan a solaparse. Definitivamente, estamos viviendo la edad de la fusión, parece que todo vale y lo que es auténtico está cada vez menos claro . Cuando empecé a actuar (con música en directo en un club nocturno griego), existían unas pautas muy concretas que marcaban las diferencias. Hoy en día, las líneas están más borrosas, y lo que expongo en este artículo podría ser refutado, porque como se dice en español, la excepción hace la regla.

¡Recordemos! Todos los estilos tienen algo en común: su raíz gitana. Ya está aceptado que la danza oriental en su forma presente debe su origen a los Roms, tanto da si nacieron en Egipto, Turquía, Grecia, o los Balcanes, porque todos eran descendientes de los que salieron de la India entre el siglo V y el siglo XI. Comprobemos cómo cada país ha personalizado este bello baile, a través de la música, el vestuario, y los movimientos. 



MARCANDO LA DIFERENCIA: TURQUÍA
Antes de empezar, hay tres puntos esenciales para entender el estilo de baile en este gran país que geográficamente es el puente entre Asia y Europa:

1) La danza oriental no es de allí, a pesar de y por la influencia otomana. Primero, ha sido conquistada por los griegos, los romanos, los persas, los mongoles, y los egipcios, entre otros. Todas estas culturas le han dejado con una herencia artística de lo más variada. Más tarde, del siglo XVI al XIX, cuando el imperio otomano estaba en su apogeo, conquistó múltiples culturas, y así las mujeres más guapas y dotadas llegaban a los harenes turcos, mezclando sus distintas tradiciones de música, danza y canto con las demás odaliscas y los esclavos (los que bailaban se conocían como “cengis” -femenino- y “koceks” –masculino-), que pudieron haber venido tanto de Grecia, como de Siria, Argelia, Egipto, o otros países. Eso sí, nunca eran turcos, porque bailar se consideraba una profesión poco digna. Cuando Ataturk abolió los harenes, algunas de las odaliscas, sin más recursos que sus propias habilidades, formaron grupos para poder seguir actuando en público.

2) En general, los turcos opinan que bailar no es una forma de arte, sino de diversión. Para los turcos, la connotación de la danza del vientre ha estado, está y estará siempre vinculada con la sexualidad. Se considera entretenimiento para los hombres que se practica en los clubes nocturnos. Y cuando las mujeres turcas se lanzan a bailar durante una fiesta o cualquier acontecimiento festivo, puede que incluyan algún infinito o shimmy…pero lo que les sale naturalmente suelen ser sus propias danzas turcas, del folclore – la manera particular siempre dependerá de la región en la que se encuentren y la influencia Rom que ha tenido aquella persona, y la sociedad acepta este hecho como lo más natural del mundo. He podido disfrutar de esto personalmente durante mis viajes, y recomiendo a todos que, si tienen la ocasión de presenciar una fiesta en este país, la aprovechen.

3) La tradición Rom es muy presente. Como ya he dicho, la influencia más importante sobre la danza y la música que eventualmente dio nacimiento a la danza oriental, vino de los gitanos. Turquía es uno de los países donde ellos han disfrutado de más acogida y oportunidades, sus costumbres son muy vivas e influyentes en este país.



LA MÚSICA
Considero imprescindible remarcar aquí la importancia que tiene la música sobre la danza. Los pasos surgen de ella y es lo que da forma a cada estilo de danza. Entender las diferencias en la música de país a país nos ayudará enormemente a captar las sutilezas de cada estilo.

La industria de la música en Egipto es la más desarrollada de los países árabes, y eso hace que El Cairo sea la fuente principal de la música para la danza oriental a nivel mundial. Los instrumentos más típicos son laúd, kanoun (arpa de mesa), nay (flauta bambú), violín, teclado, acordeón, saxofón, y los instrumentos de percusión: darbukah (tabla), riq (pandereta), def (tambor de mano), dojola (tabla grande) y sagat (crótalos, a la vez plural y singular, siempre tocado por un músico). Es la música más usada para hacer actuaciones, tanto clásica como popular, no solamente en Egipto y en otros países árabes, sino en el planeta entero. Si bailas la danza oriental, ya sabrás cómo suena.

Sin embargo, en Líbano hay unos compositores, como Emad Sayyah, que han creado un sonido propio en sus piezas para bailarinas y tiene bastante éxito en occidente porque hay menos énfasis sobre los cuartos tonos y los instrumentos estridentes, como el mizwidjz (mizmar en Egipto). Quizá los CDs para la danza más vendidos en Beirut son los recopilatorios del percusionista más famoso del país, Setrak Sarkissian. Al oído no acostumbrado a la música árabe, este sonido un poco “occidentalizado” hace que caiga muy bien y que sea más fácil entender la melodía y los cambios rítmicos. Todo suele ser un poco más rápido y alegre, con el tambor muy sonoro.

En Turquía, la expresión “Oyun Havalari” se refiere a música para bailar, y eso se puede dividir en dos categorías: “Arabesque”, una forma de fusión que combina el sonido clásico turco con la música árabe, y “Roman Havasi”, que significa literalmente ‘música gitana’. La instrumentación incluye –con algunos de los instrumentos ya mencionados- clarinete, baglama o saz, zurna (mizmar en Egipto). La música es muy parecida a la de Grecia o Armenia. Allí los sagat se conocen como zils, y hasta hace poco todas las bailarinas sabían tocarlos, era de rigor. Desafortunadamente, se compone poca música específicamente para bailarinas en Turquía lo que ha contribuido a que la danza nunca haya alcanzado un puesto de prestigio. Hay un compás sincopado, un 9/8, único en Turquía y de ascendencia Rom, que es omnipresente en toda su música, ya sea clásica, folclórica u oriental. Se llama “Karslima”, y puede variar en velocidad desde más lento que el Chifte-Teli (un compás lánguido usado por las bailarinas y perteneciente a la zona de Grecia y Turquía, aunque los egipcios lo hayan renombrado Wahda el-Kebir – “el gran uno” - y lo hayan reclamado como suyo) hasta una rapidez pasmosa.


LOS TRAJES
En Egipto el traje típico se llama “bedlah”, y a menudo incorpora una malla o red que une el sostén al fajín, los dos cubiertos con lentejuelas y pedrería, y con fleco hecho a mano a longitudes variables, dependiendo de la moda del momento. Antes se llevaba la malla por ley, y hoy en día, por costumbre y seguridad -porque los fajines se llevan muy abajo, permitiendo lucir las complejas contorsiones del torso-. Estos fajines encogen las nalgas y así realzan la silueta. Se remontan a cuando las mujeres bailaban en galabiya (vestido sencillo y largo de algodón), entonces ataban un fular sobre las caderas. La licra es la tela más empleada y, durante años, el traje con pocos o sin flecos estuvo de moda. Pero parece que el fleco empieza a volver. Como variante al bedlah, un vestido ceñido, con pedrería y recortado de maneras creativas, es la segunda elección, y la superestrella Dina, con sus minifaldas, gana más adeptas cada vez.
Es típico cambiarse tres o cuatro veces durante el show, y normalmente hay un segmento de folclore.


Las bailarinas libanesas salen con tacones y llevan los fajines más altos. Son dos factores que podrían, en parte, explicar el porqué de los balanceos bruscos de caderas que tanto caracterizan su manera de bailar. En todos los países hay modistas conocidas que se dedican a crear el vestuario, pero sin lugar a dudas, son las libanesas que ponen lo más importancia sobre la alta costura: la firma que lleva cada traje es importante, y hay profesionales de otros países que van al Líbano sólo para encargar sus trajes. Cada uno es tan diferente que es imposible catalogarlo, pero tienden hacia lo más de lo más. A veces el resultado es bonito pero… bueno… en una gala televisada en Beirut en 1987, vi a la entonces famosa bailarina Ouaida engalanada en un traje repleto de lucecitas de azul y amarillo, tipo navideño. En fin, hay de todo, para todos los gustos…

En Turquía hay una regla a seguir, y es de rigor: cuanta más piel se muestra, mejor. El fajín tiene que tener dos “V”s, una al frente y la otra atrás, y el fleco remata estas “V”s: corto a los lados y largo en el centro. Las faldas, habitualmente hechas de gasa -la moda de licra existe pero no está tan extendida que en Egipto-, están dotadas de rajas muy abiertas a los dos lados que llegan hasta la parte más arriba del fajín, exponiendo una gran parte de la pierna, sino la pierna entera. A veces parece que llevan más bien un bikini de pedrería con una cola de gasa atrás y un trocito de gasa enfrente para disimular su ‘desnudez’. También llevan tacones, que dificultan el trabajo de las caderas por cambiar la colocación de la pelvis. Todo el conjunto queda más sexy que sensual. Suelen ser más jóvenes, requisito para poder lucir modelos que dejan poco a la imaginación.

LA ESTRUCTURA DEL BAILE
Durante el siglo XX, El Cairo se ha considerado la sede de la danza oriental a nivel mundial. Se ha elevado el Raqs Sharki al máximo estadio de desarrollo posible. Todo esto empezó con Badnia Masabni, una libanesa que se trasladó a Egipto en el 1926 y abrió el primer cabaret, dignificando la danza y presentándola con una gran escenografía. Esto cambió para siempre la movida de los clubes nocturnos. El estilo ‘moderno egipcio’ empezaba a aparecer a finales de los 60. Algunas bailarinas famosas (empezando con Najwa Fouad) contrataban coreógrafos, y salieron grandes producciones tipo ‘Hollywood’. Sin embargo, en comparación a las de Líbano, el estilo es más modesto y reservado. Los brazos se quedan más cerca del cuerpo, aunque a veces son más airosos. En Egipto, el trabajo sobre el suelo se prohibió en el año 1954, y aún cuando rescindieron la ley, nunca realmente volvió a ganar popularidad. Los acentos sobre la pelvis central suelen realizar el golpe hacia abajo (mientras que en Turquía enfatizan el golpe hacia arriba) y bailan casi siempre descalzas. La técnica es compleja, sutil y controlada, y los movimientos son minimizados, precisos y a menudo “solapados” (por ejemplo, un shimmy de hombros y brazos serpentinos a la vez). Muestran una gran virtuosidad en las contorsiones del torso. Todo está improvisado, se supone que la bailarina está expresando su pasión al escuchar la música. Tiene una feminidad extrema resaltada por los trajes de licra. Los trajes de licra restringen el movimiento y encajan perfectamente con la música egipcia cosa que no ocurre con la música de Turquía. Quizá haya menos variedad en los movimientos y crean un ambiente más intimo, como si bailaran para sí mismas y el público estuviera allí ‘a propósito’. En general hay menos énfasis sobre el aspecto del ‘show’ – están para bailar, ni más ni menos.

El Líbano, antes de sufrir tantos años de guerra civil, era el París de Medio-Oriente. Este país, siempre ha sido más occidentalizado, asertivo y empresarial que sus vecinos. Esto se ha reflejado en la danza: bailan de modo más fuerte, ejecutan vueltas más rápidas y shimmies más grandes. Se podría decir que este estilo está a medio camino entre Egipto y Turquía, no obstante, la manera de ejecutar los movimientos es más contundente que en Egipto y no tan extremo como en Turquía. Cuando andan SIEMPRE lo hacen con un shimmy, que yo llamo “el ¾ ”, una especie de doble balanceo de las caderas. Hay una especie de ‘ataque’ al movimiento, que resulta muy obvio y exagerado, y hay menos movimientos internos. Todo está muy marcado porque están haciendo un espectáculo, no sólo un baile, y la competencia es feroz. ¡Se sienten obligadas a destacar! No usan muy a menudo otros bailarines como coro (¿quizá por no tener que ‘competir’ para la atención del público?). Eso sí, utilizan conceptos de baile occidental, en el sentido de que usan más espacio del escenario, incorporan movimientos de baile clásico y crean más bien espectáculos que actuaciones de baile, intentan incorporar elementos teatrales: puede que la bailarina entre llevada por cuatro esclavos sobre una tarima, o por ejemplo, hay máquinas de humo en las cuatro esquinas, o aprovechan luces tipo discoteca y fondos teatrales, aunque no tienen nada que ver con la danza en sí. Ellas se creen más elegantes que sus equivalentes en otros países, incluso han llegado a comentar que las egipcias tienen un estilo más vulgar de bailar.

En Turquía, son las bailarinas mismas que tocan los crótalos. Suelen colocarse con las piernas más abiertas, y la parte superior del torso inclinada más atrás, empujando la pelvis hacia delante. A veces, bailan sobre el suelo. Tienen una manera exuberante de rebotar, una vitalidad muy presente, y una desbordada energía. Hay menos énfasis sobre la técnica y más sobre el aspecto de entretenimiento, y quizá más rango de dinámicos: los taxims (improvisaciones instrumentales) son muy lentos y suaves, mientras que el 9/8, un ritmo sincopado, suele ser remarcado, poderoso y apasionado. Hay un gran sentido de diversión. Si lo sabe, la bailarina podría incorporar una familia de gestos de los bailes Rom, aprendidos en su niñez durante acontecimientos familiares, que poco tienen que ver con la técnica del clásico ‘Raks Sharqui’, pero sí con la tradición turca. Al finales de los 70 y principios de los 80, Turquía experimentó un gran “boom” turístico, y los clubes atraían un sector de turistas que no entendían mucho de estas cosas. Entonces, los empresarios empezaron a contratar cada vez menos a las bailarinas más experimentadas y profesionales (es decir, más mayores y más costosas) y apostaban por la pura imagen: Chicas jóvenes y guapas que no tenían tanto carisma ni tablas, pero cobraban menos y se presentaban bien en aquellos trajes escasos. Esta situación ha perdurado hasta hace poco, pero parece que esta actitud por fin empieza a cambiar y la calidad está volviendo a tomar importancia. Parece que en la última década las bailarinas están adaptándose al estilo Egipcio.

CONCLUSIÓN
El baile es una forma de arte en evolución contínua, simplemente por su propia naturaleza efímera. Es inevitable que se mezclen y se fusionen los estilos. No hay un estilo mejor u otro peor, ni superior ni inferior, ni uno más auténtico que otro. Se puede enriquecer disfrutando de la música y el baile de todos los países, celebrando la diversidad en vez de criticar algo que no es conocido. Hace falta que haya gente manteniendo cada estilo, para no perder ninguna parte del gran legado cultural. Tampoco olvidemos que la bailarina oriental, como solista, puede e incluso debe desarrollar su propia expresión artística y no tiene que insistir en adherirse a un solo estilo.

La mayoría de la información para este artículo se ha extraído de:
“Danza del Vientre” por Devorah Korek editado por Océano Ámbar, S.L. Barcelona/España, ISBN 84-7556-376-7

Otras fuentes utilizadas en este artículo han sido:
- "Oriental Belly Dance " por Kemal Ozdemir editado por Donence Basim ve Yayun Hizmetleri, Istanbul/Turquía, ISBN 975-7054-11-9
- "The Rom: walking in the paths of the gypsies" por Roger Moreau. Key Porter Books; ISBN: 1550138685
- "The Oldest Dance" por Zarifa Aradoon. Editado por Dream Place Publications, CA, 1979, ISBN 0-930486-01-3
- "Serpent of the Nile: women and dance in the Arab world" por Wendy Buonaventura. Interlink Pub Group; ISBN: 1566563003
PUBLICADO EN LA REVISTA "DANZA ORIENTAL" 



DEVORAH KOREK:




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